sábado, 31 de agosto de 2013

ANTONIO GRAMSCI: EL ESTADO Y EL INTELECTUAL ORGÁNICO

Diana Fuentes
                                                                          
I

El intelectual orgánico

La función del intelectual en el marco de los Estados nacionales fue estudiada por Antonio Gramsci en la década de los años veinte. Concentrado en la comprensión del papel que desempeñan en la vida social, discute su funcionalidad en la dirección política y cultural sobre las grandes masas; analiza su hegemonía. La hegemonía no se restringe al dominio coercitivo, es decir, a la fuerza del Estado, sino que considera también el consenso; lo que implica que para el dominio social se utiliza no sólo la fuerza física, la manipulación o el engaño que permiten conquistar y mantener el poder estatal, sino que además se obtiene el asentimiento o la aquiescencia del dominado. 

El poder “político” –o coercitivo– es insuficiente para la consolidación de las relaciones políticas del Estado en la fase en la que éste funciona como organismo de un grupo para el que crea las condiciones más favorables de expansión. Momento en el que un grupo con pretensiones de dirección debe generar valores e intereses tan amplios como para atraer el apoyo de otros grupos y con ello obtener consensos que garanticen su permanencia. En otras palabras, debe generar formas culturales, morales, intelectuales e ideológicas que garanticen su papel hegemónico; sólo la generación y construcción del consenso a través de estos constructos garantiza–en tanto que actividad hegemónica–, piensa Antonio Gramsci, una congruencia entre intereses económicos e implantación generalizada de un modo de vida.