El Estado mexicano surge de una Revolución, y como tal, su creación, sentido y existencia se decidió en la interpretación de ese acontecimiento. Tanto el Estado y la nación mexicanos se instauraron concibiéndolos desde diferentes ideologías e intereses como el proyecto surgido de esa revolución. En este espacio registraremos la investigacion de esas diversas perspectivas ideológicas, culturales e imaginarias.

martes, 20 de marzo de 2012

El Nacionalismo Económico Cardenista

Martha Sánchez 


Abordar el tema relativo al cardenismo no es tarea fácil. La  historiografía relativa a dicho periodo es cuantiosa y tanto la historiografía oficial como sus críticos han contribuido en la configuración de una figura emblemática en el imaginario nacional y sin duda, pieza clave en la conformación del sistema político mexicano actual.

La presentación se avoca al nacionalismo económico cardenista, en mi opinión, más como   consecuencia de las condiciones prevalecientes bajo su gobierno y a la postura un tanto “radical” de algunos de sus colaboradores, como Francisco Múgica, que por decisión personal.

El periodo cardenista presenció un complejo juego de fuerzas políticas en acción enmarcado en un contexto internacional crítico. La conflagración mundial, el liderazgo obrero a nivel nacional e internacional, el descontento campesino, los poderosos cacicazgos locales que controlan a las  bases campesinas a través de organizaciones regionales, el gabinete dividido en facciones y  la confrontación entre Calles y Cárdenas. En fin, en este intrincado escenario asume el poder ejecutivo el Gral. Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940). Su cercanía a Plutarco Elías Calles hace suponer que se sometería a las decisiones de este último.

Es importante destacar que la trayectoria política de  Lázaro Cárdenas inició cuando se adhiere al movimiento constitucionalista, en contra del régimen dictatorial de Victoriano Huerta, bajo la dirección de Venustiano Carranza (Plan de Guadalupe 1913) y en 1920, fiel a Calles, y subordinado en ese momento al Gral. Arnulfo
Gómez, se incorpora a la rebelión anticarrancista a través del movimiento de Agua Prieta[1].

 Levantamiento que culmina con el asesinato del Primer Jefe  del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza (1920). Lázaro Cárdenas asumió entre otros cargos: La Secretaría de Guerra y Marina en el gobierno interino de Adolfo de la Huerta; La Secretaría de Gobernación bajo el gobierno de Álvaro Obregón; y la gubernatura  de Michoacán (1928-1932).

La trayectoria político- militar de Lázaro Cárdenas estaba  ligada a su estrecha relación con Plutarco Elías Calles. Al aceptar su candidatura al gobierno de Michoacán, Cárdenas expone lo que él llamó su “criterio político-social” y declaraba abiertamente su admiración por Calles y por Álvaro  Obregón por el interés de ambos de resolver los problemas sociales del pueblo.La crisis política que convulsionó al país a consecuencia del asesinato de Álvaro Obregón (17 de julio de 1928) Cárdenas se alineó activamente al lado de Calles e incluso consideraba necesario que éste continuara un tiempo en el poder[2] En suma, el apoyo de Calles fue determinante en su ascenso a la Presidencia de la República.





Etapas del cardenismo.
En tres momentos se constituye el gobierno de Lázaro Cárdenas:
  1. En la primera etapa se consolida y define el poder cardenista frente  a la estructura del poder callista (1934-1936). Transcurre desde su nominación como candidato del Partido Nacional Revolucionario (PNR)  hasta el fin del conflicto Cárdenas-Calles en abril de 1936, fecha en que éste último es eliminado del juego político nacional.
  2. En la segunda etapa, Cárdenas consolida su política nacionalista y reformista con la presencia de masas. Esta fase culminó con la transformación del partido de individuos y personajes en partido de masas, el Partido Revolucionario Mexicano  y con la nacionalización de la industria petrolera ambos en 1938.
  3. En la tercera fase, se da paso al repliegue del reformismo, producto de la presión política de grupos y organismos conservadores en una coyuntura internacional que le fue favorable. Esta etapa transcurre de 1938 al 1 de diciembre de 1940, con la toma de posesión de Manuel Ávila Camacho.[1]
El viraje del gobierno cardenista hacia una política populista, acompañado de un conjunto de acciones que se radicalizan en la segunda etapa señalada, obedece a mi juicio, a la correlación de fuerzas –organización obrera y campesina- y presiones políticas-crisis callismo/cardenismo.-
Es importante mencionar, que desde el momento en que estalla el movimiento armado de 1910 y se rompe la estabilidad política y social que la dictadura sostuvo en beneficio de las elites, las masas populares aparecen en escena demandando “justicia social”. Los diferentes líderes que acaudillan la rebelión reconocen la importancia de incluir las reivindicaciones populares en sus idearios políticos y sociales. Así al amparo de la revolución surgen caudillos nacionales, cacicazgos locales y líderes obreros. Constituyéndose las bases obreras y campesinas en importantes instrumentos políticos en la disputa por el poder.
Las clases populares exigirán grosso modo: democracia política, distribución de la riqueza y la subordinación de los intereses extranjeros a los nacionales.
El sentimiento xenofóbico de las clases excluidas se recogió, al menos en teoría en los programas de los líderes del movimiento armado en sus distintas etapas.
El “nacionalismo revolucionario” se convirtió en  el legado político del grupo constitucionalista tras la derrota militar de sus adversarios y líderes de las clases populares Villa /Zapata y la Soberana Convención Revolucionaria.
La Constitución de 1917 recoge las demandas nacionalistas y en particular el artículo 27, establece el derecho legal de la nación sobre los derechos individuales sobre los extranjeros. El nacionalismo revolucionario fundamentaría los derechos de la nación a
usufructuar sus recursos naturales de la herencia colonial española.
Quedaba al gobierno de México llevar a la realidad dichas leyes. No obstante, éstos desde la promulgación de la Constitución de 1917 hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas, no fueron decididamente nacionalistas en materia económica. Estos regímenes estaban convencidos que la nación debía crear la riqueza antes de controlarla, y sabían que si alguna vez  ésta se generaba el gobierno debía establecer un clima favorable a las inversiones extranjeras y a las empresas privadas.[2]
Y todos ellos actuarían en consecuencia con dicho objetivo. Ni las maniobras y denuncias, los enfrentamientos a veces agudos, la presión y las necesidades populares, nada impide a los gobiernos de Obregón y Calles hacer distintas concesiones al imperialismo norteamericano, que surge como potencia principal  después de la Primera Guerra Mundial. El proyecto expansionista estadounidense  en  realidad no se confronta con el nacionalismo revolucionario mexicano. Esto es palpable en uno de los temas leídos por Manuel Gamio ante el Council of Foreign Relation en New York, el 20 de noviembre de 1925:
“…México país eminentemente rico en recursos naturales y materias primas, pero cuya producción industrial es insignificante, ha sido considerada por casi todos los gobiernos americanos como el más inmediato y lógico consumidor de las industrias de la República del Norte y como el más conveniente campo donde dichas industrias pueden obtener materias primas de todo género…”[3]
El gobierno de Calles habría de hacer nuevas concesiones en materia petrolera y agraria, y al mismo tiempo otras empresas extranjeras consolidaron sus posiciones en la minería y diversas actividades, como es el caso de la Ford y la Cocacola.[4]
Por su parte, Lázaro Cárdenas, estadista sensible a las necesidades de las clases populares y a sus demandas, impulsara un modelo de desarrollo económico en donde convergen el “nacionalismo revolucionario” que le garantice la adhesión de las clases populares y por otro lado, favorecer el desarrollo de la industria nacional y una velada apertura económica. Para conseguir lo anterior, era impostergable el establecimiento de un Estado fuerte y de un partido oficial que concentrara a los diferentes sectores sociales. Sus antecesores diseñaron sus políticas en ese sentido, pero las condiciones históricas  determinarán que a Cárdenas le corresponda perfeccionar la maquinaría política que le permitió obtener el control y la organización de las clases populares a través de las centrales obrera y campesina CTM/CNC _fundadas en 1936 y 1938 respectivamenre-. Con esta estrategia desactivó los cotos de poder del callismo.
La estabilidad política y social se constituyó en una premisa básica para recuperar la confianza de los inversionistas. Cómo lograr lo anterior y a la vez favorecer las reivindicaciones populares?
Cárdenas y el “nacionalismo económico”.
La “Ley de Expropiación” de noviembre de 1936, mostró que el gobierno estaba preparado para llevar el nacionalismo económico más allá de los límites de los anteriores. Ya no sólo las tierras y las aguas sino que todas las propiedades bajo la jurisdicción del artículo 27 constitucional. La nación ahora tenía un dominio sobre la propiedad privada. Pero Cárdenas utilizó estos poderes escasamente.
Cárdenas asumió la presidencia en un momento en que el descontento social exacerbó el antagonismo de clases, los poderosos sindicatos obreros y comunistas agitaron para lograr la abolición de la propiedad privada, y para hacer frente a las peticiones de sus aliados, Cárdenas tuvo que tomar medidas.
No obstante, que el reparto agrario ha sido considerado como el principal episodio en la historia de la reforma agraria nacional, fue evidente que a pesar del golpe sufrido por los terratenientes el país continuó  siendo esencialmente latifundista, por tanto, el reparto agrario fue un fracaso.[5]
Para corroborar lo anterior, basta consultar algunos de los intercambios de notas entre los representantes del gobierno estadounidense y del gobierno mexicano en relación al asunto de los intereses afectados por la política agraria cardenista.
En uno de estos documentos fechado entre los meses de septiembre a noviembre de 1938, el embajador mexicano Francisco castillo Nájera envía al embajador estadounidense Josephus Daniels y al Secretario de Estado Cordell Hull una nota donde expresa el especial deseo de mantener a salvo la amistad de México con los Estados Unidos de Norteamérica y –enfatiza- “…por lo tanto mi gobierno no ha escatimado ningún esfuerzo para llegar a amistosas e inmediatas y satisfactorias soluciones de los problemas a medida que han ido presentándose…y se ofrece…compensación a los ciudadanos norteamericanos cuyos bienes hayan sido tomados por el gobierno de México”.
En otra nota el Secretario de Relaciones Exteriores, Eduardo Hay, manifiesta lo siguiente:”…en cuanto a la forma de pago de las indemnizaciones, mi gobierno cubrirá en el mes de mayo de 1939 la suma de un millón de dólares en los años subsecuentes al de 1939…mi gobierno está de acuerdo en que los pagos se cubran el 30 de junio de cada año…”- y concluye – “El gobierno de México se complace en reconocer que al formalizar este arreglo, ha podido demostrar su deseo de mantener a salvo su amistad con los Estados Unidos y cumplir con los mandatos de la legislación agraria”.[6]
La reforma agraria cardenista implicó políticamente el ganar para el estado las bases campesinas y encuadrarlas en el Partido revolucionario Mexicano. Además Cárdenas consiguió desmembrar a los caudillos provinciales- incluso a los que le eran leales- y  a vigorizar al gobierno central.[7] Al convertirse las masas campesinas en bases de apoyo directas e incondicionales del cardenismo revela el fracaso de éstas y las contradicciones de la política de aquel.
La historiografía oficial se inclina a exaltar la actuación de Lázaro Cárdenas en el asunto agrario y petrolero, sin embargo, las expropiaciones fueron determinadas  por la correlación de fuerzas del momento histórico a nivel nacional e internacional.
 La lucha de clases dejaba al descubierto las contradicciones entre el nacionalismo y el imperialismo ..Habrá que estudiar si dicha confrontación realmente lo fue
La nacionalización de los pozos petroleros demostró ser un acto conveniente para la política de Cárdenas. Por este solo acto logró unificar en torno a él, a toda la nación. La búsqueda de la unidad nacional no influyó en su decisión por estructurar un programa de construcción nacional interno a través de reformas sociales y no de un nacionalismo económico agresivo. Cárdenas expropió las compañías petroleras porque no tuvo otra alternativa.[8]
Así lo demuestran, las declaraciones del presidente a la prensa nacional y el intercambio de notas entre representantes del gobierno mexicano y del gobierno norteamericano.
Cárdenas aseguraba que la expropiación petrolera había sido producto de circunstancias extraordinarias y que no se intentaba convertir a la nacionalización en un proceso  que eventualmente abarcara a todos los sectores privados, -afirmaba- el sistema capitalista se mantendría.[9]
La tensión con las compañías petroleras [10] y algunos diplomáticos estadounidenses como el Secretario de Estado Cordell Hull, se hace evidente durante el gobierno de Cárdenas e incluso las presiones diplomáticas y económicas no se hicieron esperar. Sin embargo es relevante señalar la postura del embajador Daniels, auténtico representante del “New Deal”, el cual consideraba que el programa reformista de Cárdenas- incluida la expropiación- se constituyó en un medio de otorgar mayor poder de compra a las mayorías y convertir a México en un vecino estable y cliente de los Estados Unidos.[11]
En momentos en que la situación mundial era peligrosa la “buena vecindad” estaba por encima de los intereses petroleros y las relaciones con México eran la “prueba de fuego” de la nueva solidaridad norteamericana.[12] .Además habrá que destacar que el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Franklin D. Roosevelt no mantenía buenas relaciones con las compañías petroleras.[13]
Aunque la expropiación petrolera se manejo como una gesta heroica, se considera que ésta no lo fue del todo, pues la suma que el país se obligó a pagar excedía considerablemente el valor real de las propiedades norteamericanas afectadas en 1938. [14].
El pago de indemnizaciones tendrá continuidad durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho e incluso el embajador Francisco Castillo Nájera permaneció en su cargo y estuvo al frente de las negociaciones.
Nájera adjunta al Secretario de Estado, Cordell Hull; el siguiente comunicado:
“…que con relación a la industria del petróleo que en los Estados Unidos Mexicanos fueron afectados por actos de expropiación o de otra manera en sus propiedades, derechos o intereses después del 17 de marzo de 1938 por el gobierno de México, se adjunta giro por el valor de 9 millones de dólares a cuenta de la indemnización de los nacionales de los Estados Unidos de  Norteamérica (fechado en Washington 19 de noviembre de 1941)[15]
En suma, el gobierno de Cárdenas llegó a buen arreglo con los intereses petroleros y agrarios estadounidenses a través de la indemnización.[16]
En contraste, con lo anterior, son notables los mensajes que la prensa nacional emitía al momento de la expropiación petrolera. A través de aquella se hace manifiesta la unánime solidaridad del pueblo mexicano con el presidente.[17] Se atribuye a dicho acto la emancipación de la patria.[18]
El periódico “La Voz”,” considera una formidable victoria el paso trascendental dado por el gobierno mexicano contra el imperialismo”.[19]
Se difunden las felicitaciones de los trabajadores estadounidenses y canadienses a los trabajadores petroleros mexicanos y al líder obrero Lombardo toledano por su lucha contra los trusts de Wall Street.[20]
Por su parte, Lázaro Cárdenas  emitía declaraciones como la siguiente:
“La expropiación no se extenderá a otras ramas….Fue una medida de carácter extraordinario enteramente excepcional. Ningunas otras disposiciones van a dictarse que puedan afectar la confianza del país sobre otros negocios”.[21] Y en otro espacio –enfatizaba-”…que no decretara ninguna otra expropiación…preciso disipar la alarma que se ha difundido…”[22]
Mientras el gobierno estadounidense manifiesta que no es partidario de una acción exterior por el asunto del petróleo.[23] La situación entre el gobierno mexicano y los representantes del gobierno británico es tirante y Cárdenas resolvió poner a salvo la dignidad nacional rompiendo las relaciones diplomáticas con la Gran Bretaña y retirando al representante mexicano de Londres.[24]
La postura de Cárdenas frente  al gobierno británico contrasta en el relato que, William Cameron  Townsend, amigo y biógrafo de aquel, hace en relación a la actitud del estadista mexicano ante las declaraciones realizadas por el Secretario de Estado, Cordell Hull el 30 de marzo de 1938 en Washington: “…que México estaba dentro de su derecho a expropiar a las compañías petroleras y que lo único que insistirían sería en que se les pagara la indemnización correspondiente por sus propiedades.”
Según Cameron, “La adhesión por parte del gobierno de Estados Unidos a los principios de la soberanía nacional había conmovido el corazón del gran líder mexicano…gratitud expresada al embajador Daniels en una comunicación entregada al día siguiente-31 de marzo de 1938-“… a su excelencia Mr. Josephus Daniels, embajador de Estados Unidos de Norteamérica…”-a quien solicita- “…envie agradecimientos a Franklin D. Roosevelt”.[25]
A partir de 1938, el programa político cardenista dio un giro, se detuvieron los esfuerzos para alcanzar la transformación de la estructura económica y social de México en beneficio de los sectores obrero-campesino.
Cárdenas  se  preocupó más por favorecer el clima adecuado para el desarrollo de la inversión privada. Los organismos populares institucionalizados coadyuvaron en la implementación de la nueva política. Ésta se consolidó cuando Cárdenas dejo como  sucesor a un elemento no comprometido con los sectores de izquierda.
Las reformas introducidas por Cárdenas en los primeros años de su gobierno, fueron aprovechados por sus sucesores para  construir una sociedad capitalista cuya estabilidad política y social fue garantizada por un partido dominante y un poder ejecutivo autoritario.[26]
El cardenismo y los empresarios.
La nacionalización de la industria petrolera y la aceleración del reparto agrario –en Yucatán, La laguna, Lombardía y Nueva Italia entre otras- a partir de 1935, han sido para los estudiosos del periodo pruebas fehacientes de que Lázaro Cárdenas era enemigo del capitalismo.
Un caso en el que se ha exagerado es en el “conflicto “entre el gobierno de Lázaro Cárdenas y los intereses de la familia Garza Sada. Ésta controlaba  la Cervecería Cuauhtémoc y la Vidriería Monterrey. Lo cierto es que se trataba de una disputa particular que no involucraba a la clase empresarial en su totalidad.
Otro , es la nacionalización de las industrias cementeras de propiedad extranjera que despidieron a trabajadores mexicanos, pero aquí el proceso de expropiación se inició antes de que el gobierno cardenista iniciara sus funciones.
En realidad los capitalistas, las nuevas inversiones  y los productores de manufacturas no consideraban que el gobierno reformista de Lázaro Cárdenas fuese una amenaza a sus intereses.[27]
Por el contrario, el régimen aportaba un factor positivo, puesto que invertía cuantiosos fondos en programas de infraestructura con el propósito de integrar mejor al mercado nacional.
Al término del gobierno cardenista, los industriales mexicanos ya no tenían motivos para temer a los caprichos de un sistema político inestable, por consiguiente decidieron reinvertir parte de sus ganancias en nuevas plantas y equipos convencidos, como durante el porfiriato, que sus inversiones serían rentables y no se equivocaron.[28]
Lo mismo ocurrió con los inversionistas estadounidenses.[29]
Al final, la dependencia económica de México frente al inversionista extranjero no disminuyó, al contrario ésta se incrementó cuando los sectores estratégicos del complejo industrial mexicano fueron ocupados por empresas trasnacionales, en particular de origen estadounidense, dueñas de tecnología y de los recursos necesarios para consolidar su expansión industrial, principal propósito del “New Deal “, en México.
Por su parte, Cárdenas se constituyó en el  principal arquitecto de la industrialización capitalista en México, cuya política fue continuada por Manuel Ávila Camacho en los aspectos fundamentales.[30]
La apertura comercial fue otro aspecto relevante al que dará continuidad el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Concluir con las negociaciones comerciales con los Estados Unidos de Norteamérica, a través del Tratado Mexicano Americano de 1942. Este contribuyó a reestablecer el equilibrio entre el excedente de producción en la economía estadounidense y el poder adquisitivo de sus consumidores.
Al abrir las puertas del mercado mexicano a una serie de manufacturas, que incluso ya  se elaboraban  en México, generaron consecuencias negativas para la industria nacional.
De acuerdo a los representantes de las pequeñas y medianas empresas nacionales –CNIT- (Cámara Nacional de la Industria de la Transformación)
“El tratado…resultó desastroso para nosotros debido a que la congelación y las rebajas subsidiarias que tuvieron los aranceles por el tratado, son  de importancia definitiva para la destrucción de la industria mexicana…en el tratado se estipuló que a cambio de la exportación nuestras materias primas y productos naturales alimenticios a bajos precios, recibiríamos en gran cantidad y a precios altos artículos intermedios y manufacturados...las empresas más afectadas por el tratado eran las que más se habían desarrollado en el país…-el informe añade- que las subsidiarias de las compañías extranjeras en nuestro país exportan cuantiosas utilidades y pagan salarios e impuestos bajísimos en comparación con los de Estados Unidos.[31]
La política industrial implicó el apoyo y respeto a la élite empresarial nacional como factor clave de su realización.
Este proyecto imponía la necesidad de enfrentarse a los monopolios extranjeros y a sus respectivos gobiernos, en la práctica estos últimos, sobre todo los de origen estadounidense, ampliaron de manera considerable sus inversiones directas e indirectas en México y utilidades, particularmente en el sector industrial.[32]
Por su parte, la clase empresarial mexicana continuó disfrutando los beneficios que el estado le otorgaba.[33] Entre los años de 1933 a 1938 la industria nacional se incrementó considerablemente.[34]
Con la llegada de Manuel Ávila Camacho a la presidencia, las demandas de los sectores populares empezaron a perder notoriamente influencia dentro del discurso oficial y sobre todo, dentro de la lista real de prioridades del régimen. La razón: la necesidad de apoyar una rápida acumulación de capital a través de un tipo de industrialización basada en la sustitución de importaciones, lo que llevo a que las políticas de gasto del gobierno dieran preferencia a las peticiones y necesidades del capital sobre el resto de los sectores sociales.[35]
Paradójicamente, las clases que se beneficiaron directamente del sistema político consolidado por el cardenismo, serían precisamente las élites empresariales nacionales y extranjeras.
Reflexiones finales.
Hasta aquí he expuesto un esbozo sobre el nacionalismo económico del cardenismo y de éste, se desprenden las siguientes consideraciones:
La facción constitucionalista, rival de los caudillos de las clases populares, (Villa/Zapata) arrebata a éstos el liderazgo de dichas clases y se las apropia a través de las reformas sociales que se establecen en la Constitución de 1917.
 Así legítima su ascendencia sobre las reivindicaciones populares por un lado, pero por otro se convierte en benefactor  de los intereses de aquellos grupos por los cuales las agraviadas masas  se  adhirieron al movimiento armado de 1910 en sus distintas facetas.

La fuente de donde emanan los principios revolucionarios: La Constitución de 1917 y ésta a su vez fundamenta su “nacionalismo revolucionario”-el derecho de la nación a usufructuar sus recursos naturales- de la herencia colonial española. Lo cual resulta paradójico, dado el desprecio del movimiento revolucionario por la conquista española.
Estas disposiciones se contraponen con los intereses extranjeros establecidos en el país, pero en los hechos, dichas resoluciones constitucionales se verían limitadas. Pues los diferentes gobiernos posrevolucionarios consideraban de vital importancia la participación activa del capital en las actividades  más dinámicas de la economía nacional.
Cómo resolvieron esta contradicción? Cómo satisfacer la demanda de “justicia social” de las clases populares y a la vez estimular la acumulación de capital vía la inversión extranjera y la apertura económica y comercial?
La respuesta podría ser la creación de un “nacionalismo revolucionario” al interior del discurso oficial, acompañado de una serie de acciones limitadas, cuando la correlación de fuerzas lo exigió, dichas acciones se “radicalizan”, pero al controlar a dichas fuerzas la tendencia  se dirigió  hacia el “conservadurismo”.
Considero que la lucha de clases y otras condiciones históricas, llevaron al cardenismo a asumirse como representante de la nación y continuador de la lucha emancipadora de 1810.
Con esta estrategia, Cárdenas logró desactivar políticamente a los dirigentes rivales e incluso a colaboradores cercanos, que le disputaban el control político de las  bases sociales.
Considero que fue una estrategia política, el diseñar una imagen representativa de la nación en el imaginario de los mexicanos.
 Por tanto, Lázaro Cárdenas es en la configuración del imaginario mexicano  un constructo del estado.
Es la imagen emblemática del cardenismo  creación de los medios masivos de comunicación de la época, de la historiografía oficial e incluso de sus críticos.
Es el reparto agrario y la gesta expropiatoria el telón de fondo por la conquista de la legitimidad política y social del grupo en el poder
Se impulsó un nacionalismo económico que combinó hábilmente el  sentimiento xenofóbico de las clases populares con la aspiración del ciudadano medio a acceder al estilo de vida  estadounidense.
Se estableció un discurso populista que concentró las reivindicaciones sociales de las clases populares y además diseñó acciones dirigidas a la consolidación del proyecto capitalista en México. Esto último,  a través del apoyo al capital nacional y extranjero.
Los gobiernos “nacionalistas” adaptan sus políticas a las aspiraciones expansionistas de los Estados Unidos de Norteamérica -vía inversiones extranjeras directas e indirectas y  apertura comercial-.
Las políticas indigenistas pretendían, en el nivel  integrar al indígena al proyecto económico y político nacional,  como fuerza de trabajo barata y como consumidor de los productos generados por la industria en expansión.
 Es notable, que por un lado se exalta lo nacional a través del muralismo y de las imágenes  en  la propaganda social del cardenismo y por otro lado, a través de los medios masivos de comunicación que invitan a alcanzar el estilo de vida estadounidense incitando al consumismo.
Al final,  las élites empresariales nacionales y extranjeras resultarían favorecidas, y en algunos casos incólumes, durante y después del movimiento revolucionario.
La  antítesis: Revolución vs. Imperialismo que aparece en la propaganda cardenista en su momento de máximo “radicalismo” en  realidad se confronta?












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[1] Ricardo Pozas Horcaditas, “La consolidación del nuevo orden institucional en México (1920-1940)” en América Latina: Historia de Medio Siglo, T2, UNAM., México, 1981, pp.285-286.;Lisa North y David Raby, “The Dynamic of Revolution and Counterrevolution: Mexico under Cárdenas, 1934-1940”, en  Laru Studies: n.1, p.40.
[2] Albert Michels, “Cárdenas y la lucha por la independencia de México” en Historia Mexicana, Vol. XVIII.I, 1968,  p.57.
[3] AGN., Obregón/Calles (104-E-42) leg. 2, 12 pp.
[4] Fernando Carmona,” El capital monopolista de Estado” en Política mexicana sobre inversiones extranjeras, p.132.
[5] Ricardo Pozas Horcaditas, op.cit., p.309; Paul Nathan, “México en la época de Cárdenas”en Problemas Agrícolas e Industriales de México, Vol. VII, julio-septiembre, México, 1955, p. 110.
[6] Tratados ratificados y convenios ejecutivos celebrados por México, Senado de la República, México, Tomo VIII, (1938-1942) pp. 455-457
[7] D.A.Brading, Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana, FCE., México, 1980, p.199.
[8] Albert Michels, op.cit., p.74.
[9] El Universal, 22 de marzo de1938.
[10] Las compañías extranjeras acusan al gobierno de Cárdenas de confiscar ilegalmente sus propiedades.
The companies reply to the Mexican Documental. The true facts abaut the Expropiation of the Companies Properties in Mexico, 1940, 126 pp.
[11] En el régimen de Cárdenas se iniciaron las negociaciones entre México y los Estados Unidos para la firma de un tratado comercial –y con toda América Latina- dentro del esquema general de la política del “New Deal” dirigida a ampliar los mercados exteriores para sus productos. Las tensiones de la expropiación petrolera posponen las negociaciones hasta el gobierno de Manuel Ávila Camacho (1942) Blanca Torres.
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[12] Lorenzo Meyer, México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero, 1917-1942, Col.Mex.,, México, 1981, p.375.
[13] Lorenzo Meyer, Su Majestad Británica contra la Revolución Mexicana, 1900-1950. El fin de un imperio informal, Col.Mex., México, 1991, p. 483.
[14] Lorenzo Meyer, México y los Estados Unidos …op.cit., Col. Mex., México, 1981, p.460.
[15] Tratados ratificados y convenios ejecutivos celebrados por México, op.cit., p. 712.
[16] Véase México a través de los informes presidenciales, Hacienda Pública, Vol.4, México (1934-1940) p. 547.
[17] El Nacional, 20 de marzo de 1938, p.1.
[18] Ibíd., 19 de marzo de 1938, p.1.
[19] La Voz, 27 de marzo de 1938, p. 1.
[20] El Universal, 25 de marzo de 1938, p.5
[21] Ibíd.., 22 de marzo de 1938, p.1.
[22] El Nacional, 22 de marzo d 1938.
[23] El Universal, 23 de marzo de 1938, p.7
[24] Revista de Revistas, 22 de mayo de 1938, p.1.
[25] William Cameron Townsend, Lázaro Cárdenas: demócrata mexicano, Biografía Condesa, México, 1954, pp.267-268.
En la década de los treinta, William Cameron Townsend, fundador del Instituto Lingüístico de Verano, concibió la idea de organizar una institución que llevase el mensaje evangélico a los pueblos indígenas del mundo. La ética protestante, expresión del desarrollo capitalista temprano constituye la piedra angular de la cosmovisión del ILV. México fue el primer país en que se estableció este instituto (1935) Towsend ofrece a Cárdenas un proyecto indigenista, complementario en la realización planteada por Gamio y Saenz: la integración indígena a la nación mexicana. Townsend resultó muy útil para el gobierno cardenista  ante los círculos más reaccionarios norteamericanos. Véase José Carlos Mariategui. El Instituto Lingüístico de Verano
Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, A.C., Ed., Nueva lectura SCL, México, 1979, 38 pp.
[26] Lorenzo Meyer y José Luis Reyna (coord.) “México. El sistema y sus partidos: Entre el autoritarismo y la democracia” en Los sistemas políticos en América Latina, SXXI, México, 1984, pp. 307.
[27] Stephen H. Haber, Industria y Subdesarrollo. La Industrialización de México (1890-1940), Alianza Ed., Raíces y Razones, México, 1992, p.233-234.
[28] Ibíd., p. 235.
[29] Véase José Luis Ceceña, México en la órbita imperial. Las empresas trasnacionales, Ed. El caballito, México, 1984, pp.128-129; José Luis Ceceña, “Industrialización e Inversiones Extranjeras  en el México Posrevolucionario” en Inversión Extranjera Directa e Industrialización en México, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM., México, 1986, pp. 17-30.
[30] North y Raby, op.cit., p.26.
[31] Felicitas López Portillo, Estado e ideología empresarial en el gobierno alemanista, UNAM., México, 1995, pp. 169-171; Jesús reyes Heroles,” Naturaleza del Tratado comercial Mexicano Americano de 1942”en Problemas Industriales de México, EDIAPSA, 1951, pp. 27-43.
[32] En 1940 el 6% de la Inversión Extranjera Directa estadounidense, se canalizó a la actividad industrial para 1974 absorbió el 76.3%. José Luis Ceceña, Inversiones Extranjeras…op.cit., p.25.
[33] La política proteccionista que incluye exenciones de impuestos a las empresas que organizan nuevas actividades industriales. De 6516 actividades industriales registradas en 1935 para el año de 1940  éstas ascendían a 13510. Véase Ricardo Pozas horcasitas, op.cit.,, p.314.
[34] Stephen H. Haber, op.cit., p.233.
[35] Lorenzo Meyer y José Luis Reyna, op.cit., p. 307.







[1] Ignacio Marván, “Sé que te vas a la Revolución…” Lázaro Cárdenas 1913-1929”., en Estadistas, caciques y caudillos. Instituto de investigaciones Sociales, UNAM, 1988, p.109.
[2] Ibíd., pp.114-115.

1 comentario:

  1. mi vida vale la pena vivirla cómodamente para mí y mi familia ahora y realmente nunca había visto tanta bondad en mi vida, ya que he estado pasando por un problema tan grave como mi hijo encontró un terrible accidente las últimas dos semanas, y los médicos afirma que necesita someterse a una cirugía delicada para que pueda volver a caminar y no pude pagar las facturas, luego su cirugía fue al banco a pedir prestado y me rechazó diciendo que no tengo puntaje de crédito, de ahí corro a mi padre y él no pudieron ayudar, luego, cuando estaba navegando por las respuestas de yahoo y me encontré con un prestamista, el señor pedro, que ofrecía préstamos a una tasa de interés asequible, no tuve más remedio que intentarlo y, sorprendentemente, todo fue Como un sueño, obtuve un préstamo de $ 110,000.00 para pagar la cirugía de mi hijo y luego conseguir un negocio cómodo que me ayude a ir también. agradezco a dios que hoy es bueno y puedes caminar y está trabajando y la carga es más larga para mí más y podemos alimentarnos bien y mi familia está feliz hoy y me dije a mí mismo que lloraré en voz alta en el mundo de las maravillas de Dios para mí a través de este prestamista temeroso de Dios, el Sr. Pedro y yo le aconsejaría a cualquier persona que tenga una necesidad genuina y seria de un préstamo que se comunique con este hombre temeroso de Dios en ... pedroloanss@gmail.com gracias

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