lunes, 8 de abril de 2013

El “Nacionalismo Revolucionario” Cardenista


Martha Sánchez Dettmer

El propósito de este documento es el abordar algunos aspectos, a mi juicio, básicos para aproximarnos a lo que se ha llamado “el nacionalismo revolucionario” cardenista y los elementos que se conjugaron  para  colocar al estadista, en el imaginario nacional, como el líder popular que logró “la emancipación económica de la nación”.
 Aunque en realidad este gobierno  conseguirá  a través de una audaz política de masas, lo que sus antecesores ya habían intentado, desactivar a los grupos populares e incorporarlos al partido oficial y al estado.
La consolidación de un Estado nacional sólido en torno a un partido oficial y a la figura de un poder ejecutivo fuerte, permitirán a sus sucesores, estructurar las políticas pertinentes para dar impulso a la acumulación de capital en México vía la inversión extranjera, la apertura económica y comercial.
El populismo cardenista  trazará entre sus objetivos, el asumir el liderazgo de las reivindicaciones de las clases oprimidas. Uno de los ejes de su proyecto, más allá de los manifestados discursivamente,   lo constituyó la incorporación de los grupos indígenas a la nación mexicana.
 Otro tema a tratar en  este texto y que está estrechamente relacionado con la integración del indio a la nación mexicana, como parte del proyecto del estado nacional, es el establecimiento del Instituto Lingüístico de Verano en México en el año de 1935.



Antecedentes
 El estudio del tema relativo al indigenismo en México, nos remonta al momento mismo de La expansión del imperio colonial español (siglo XVI) hacia  territorios americanos. Lo cual implicó el avasallamiento o exterminio de las culturas aborígenes.
 A partir de este evento, se establecieron dos posiciones en relación a los pueblos subyugados:
La que justifica el dominio del colonizador, al argumentar la inferioridad y la incapacidad del indígena, y la que intenta protegerlo y demostrar su racionalidad, pero sujetándolo a fin de cuentas, al tutelaje del evangelizador y a la explotación del conquistador.
El dominico Antonio de Montesinos (1475-1540) fue el primero en denunciar el abuso, la explotación y el trato inhumano al que se sometió a los indígenas en la Isla La Española (1512).
Suceso que influyó en la conciencia del encomendero Bartolomé de las Casas (1474-1566) y lo llevo a su posterior conversión. Célebre por la defensa que hizo a favor de los derechos de los indios en la controversia de Valladolid (1550) sostenida con Ginés de Sepúlveda  acerca de la licitud de la guerra contra los infieles.
Ambas posturas se reproducirán en el transcurso de la Colonia, en el México Independiente, en la Pre reforma y Reforma Liberal en el Porfiriato y en el México posrevolucionario, con las particularidades  de cada periodo.
El indigenismo, como un esfuerzo por redimir a la población indígena y demostrar las raíces indígenas de la nación mexicana, ha constituido parte significativa de la experiencia revolucionaria a partir de 1910.
El asunto indígena no puede separarse de la cuestión agraria, de la educación rural y de la búsqueda filosófica  de lo mexicano.[1]
Será la labor del intelectual del periodo, en especial posrevolucionario, el diseñar el argumento adecuado, que eleve al mestizo como el sujeto histórico apto para alcanzar la unidad, indispensable para constituir una nacionalidad y una patria próspera.
A través del estudio de algunos ideólogos, es evidente la apología que se hace del mestizo[2]. Al parecer, no existe opción para el indígena, más que su incorporación  al mestizo y a la causa de éste.   Las acepciones en esta dirección son variadas  e incluso matizadas, pero el sentido no cambia sustancialmente.[3]
Florecerá el mito vasconceliano de la “Raza Cósmica”, que exalta a un plano universal el ideal del mestizo[4].
Diseñar los argumentos que justifican la superioridad de un grupo por encima de otro, nos revela el alto contenido racial del proyecto. Sin duda, el vínculo que se establece entre los conceptos; racismo y nacionalismo es estrecho.
Los intelectuales, invariablemente, argumentarán a favor de  la occidentalización del indio, con la finalidad de rescatarlo de su triste estado de atraso y miseria. Ya Francisco Pimentel, a mediados del siglo XIX, refería en este sentido “… que la solución consistía en que el indígena deje de serlo, o en otras palabras que no hay solución para él… a condición de que ya no lo sea… ”[5]
Por su parte, Miguel Othón de Mendizábal y Manuel Gamio, suavizan la postura anterior, al considerar la importancia de que la occidentalización del indígena sea funcional y sin violencia.
Con lo expuesto hasta el momento, considero que tanto las Leyes de Indias protectoras y filantrópicas  como  las políticas indigenistas del México posrevolucionario asumen, como un hecho, la incapacidad del indígena para conducirse. Condenados al tutelaje, primero del misionero español, después al desprecio del criollo libertador, y finalmente, a la dirección del mestizo integrador.
La exaltación del mestizaje de los mexicanos construyó en  el colectivo imaginario, el sentimiento de pertenencia a una nación antes de la primera mitad del siglo XX.
Es importante destacar, que a partir del momento en que estalla el movimiento armado de 1910 y se rompe la estabilidad política y social que la dictadura sostuvo en beneficio de las élites, las clases populares aparecen en escena demandando “justicia social”. Los diferentes líderes que acaudillaron la rebelión, reconocen la importancia que reviste la inclusión de las reivindicaciones populares en sus idearios políticos.
Tales demandas podrían resumirse ,a grosso modo, de la siguiente manera:
Democracia política, distribución equitativa de la riqueza y la subordinación de los intereses extranjeros a los nacionales. El sentimiento xenofóbico de las clases excluidas se recogió, al menos en teoría,  en los programas de los líderes del movimiento armado en sus diferentes etapas.
 A mi juicio, el “nacionalismo revolucionario” se convirtió en el legado político e ideológico   del grupo constitucionalista acaudillado por Venustiano Carranza, tras la derrota militar de sus adversarios y líderes de las clases populares (Emiliano Zapata y Francisco Villa)
El “nacionalismo revolucionario” se convierte en el patrimonio que legitima al mestizo vencedor, como el auténtico representante y constructor de la nación mexicana.
Las condiciones históricas para que la Revolución transitara por la vía institucional se presentaron durante el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940).
 A Cárdenas le correspondió perfeccionar la maquinaría política que le permitió obtener el control y la organización de las clases populares, a través de la conformación de las centrales obrera y campesina, CTM y CNC, fundadas en 1936 y 1938, respectivamente.
Cárdenas y las masas.
Si bien la política de masas se vio favorecida, por  la coyuntura nacional e internacional, independientemente de la persona que ocupara la presidencia, es indudable que las características personales y el particular estilo de gobernar que distinguieron a Cárdenas fueron decisivos en el restablecimiento de las relaciones del Estado y las masas trabajadoras. Su cercanía con  éstas, construyó una imagen popular y de simpatía. Cárdenas obtuvo un gran apoyo  y la posibilidad de dirimir con éxito sus fricciones políticas con sus adversarios, obtener el control de las masas obreras y campesinas, encauzarlas por los senderos institucionales, de controlarlas y regular sus luchas, apagando sus ímpetus rebeldes y conquistando una base social de apoyo. Cárdenas logró cimentar su autoridad y su poder, para lograr  el objetivo nodal que se había propuesto, la industrialización del país.[6]
En este gobierno, el asunto indígena, entre otros,  se constituyó en uno de los pilares del proyecto  nacional para  alcanzar el anhelado desarrollo económico de la nación.
 Cómo conciliar el “nacionalismo revolucionario”, incluido el “nacionalismo económico”, a través del cual el gobierno cardenista fundamenta su legitimidad como representante de la nación. Si por otro lado, favorece la apertura económica, predominantemente de origen estadounidense.
De qué modo armonizan los intelectuales, a la vez colaboradores del estado, su ideología con  las demandas del poder y sus orientaciones estratégicas del momento.
Un caso representativo, de lo anterior, lo fue el indigenista  y activista protestante Moisés Sáenz (1888-1941), funcionario durante el gobierno callista y colaborador cercano de Lázaro Cárdenas.
 Éste incomprendido personaje, a juicio de algunos autores, pretende integrar al indio a la familia mexicana y darle conciencia de su mexicanidad y de su nacionalidad frente al imperialismo.[7]
Moisés Sáenz es considerado uno de los principales impulsores de la política indigenista en México. Ideólogo y activista protestante precursor de las misiones culturales durante el gobierno de Plutarco Elías Calles. Recibió el  apoyo de Lázaro Cárdenas, como gobernador de Michoacán (1928-1932) para poner en práctica su proyecto: Carapán. A través del cual se buscaba introducir al indio en los aspectos económicos y sociales de la modernidad.
Es tal la cercanía de Sáenz con Cárdenas,  que  éste ya en la presidencia, le consultó  sobre la creación del Departamento de Asuntos Indígenas en México.
En la época de Sáenz, se consideraba que uno de los elementos esenciales para lograr la incorporación del indígena era enseñarlo a hablar en el idioma nacional, el español. La unidad idiomática era conceptuada de primera importancia para la integración de una auténtica nación.[8]  Sáenz reconoce el valor  de la antropología como un eficaz auxiliar para lograr la integración del indio a la nación mexicana.
Ocupó algunos cargos públicos, como  la Subdirección de la Secretaría de Educación Pública, fue Ministro en Ecuador, en  Dinamarca y el Perú. Fue Secretario General del Primer Congreso Indigenista Interamericano en Pátzcuaro, Michoacán  (14 de abril 1940).Sáenz establece estrechas relaciones con el jefe del Departamento de Asuntos Indígenas de Estados Unidos, John Collier.
El objetivo del congreso fue el coordinar políticas indigenistas en diferentes países americanos. El Instituto Indigenista Interamericano se creó durante el mencionado primer congreso. Con la muerte de Sáenz en 1941, la dirección fue ocupada por Manuel Gamio en 1942.[9]
Cómo concilia Sáenz su exaltado nacionalismo con la  idea de traer el progreso a través de instancias externas. Él promovió la introducción  del Instituto Lingüístico de Verano en México.
México fue el primer país  latinoamericano, que  abrió las puertas al mencionado instituto y a su fundador Williams Townsend Cameron. La justificación de su ingreso al país,  el  estudio de las lenguas indígenas. Sin embargo, sus críticos le atribuyen otras intenciones como es el llevar el mensaje evangélico a los pueblos indígenas  del mundo. A través de la ética protestante, expresión del desarrollo capitalista, está constituía  la piedra angular de la cosmovisión del citado instituto.[10]
Williams Townsend, presentó a  Lázaro Cárdenas un proyecto indigenista complementario con lo planteado por Manuel Gamio y por Moisés Sáenz: La integración del indio a la nación mexicana, bajo la tutela de un estado todopoderoso y protector.[11]
La presencia del instituto en el país, por casi 50 años, despertó posturas encontradas, por un lado, el incondicional apoyo de las altas esferas políticas e intelectuales y por otro lado, la animadversión de algunos sectores universitarios y de grupos indígenas, al considerar  al citado instituto de ser agente al servicio del imperialismo estadounidense.
El proselitismo religioso, político e ideológico del que es inculpado el instituto, forma parte de la política  estadounidense del gobierno  demócrata representado por Franklin D. Roosevelt?
Ideólogos como es el caso de Moisés Sáenz,  más allá de sus convicciones, responde a las exigencias del poder estatal y a sus estrategias del momento?
Tanto los intelectuales como los políticos siguen la misma pauta, el  enarbolar un entusiasta nacionalismo en el discurso, y el  facilitar  la expansión del capital estadounidense en diferentes esferas del país.
 La coyuntura mundial, la crisis económica de 1929, la Segunda Guerra Mundial y la presencia del bloque soviético como una constante amenaza para las economías capitalistas, favoreció la edificación de  nacionalismos por parte de los estados.
 Su función, sembrar sentimientos de unidad y de pertenencia entre  los   miembros  del grupo y  de exclusión del otro, el extranjero, el enemigo (El comunismo, el  fascismo, e incluso el  imperialismo, según sea el caso)
 Los medios masivos de comunicación (radio, prensa y cine), jugarán un papel de vital importancia en el logro del mencionado propósito.
Lázaro Cárdenas, en distintas oportunidades, declaró su abierta defensa del derecho indígena a la posesión de la tierra y al mantenimiento de su cultura.[12] Y a la vez, ofrece su apoyo incondicional al Instituto Lingüístico de Verano y a su fundador Williams Townsend con quien sostuvo  una estrecha relación.  Es notable la manera en que éste elogia a  Cárdenas en su trabajo biográfico donde resalta las virtudes del estadista, y lo considera el “Emancipador de México” y el “Primer Presidente de los Indios”.[13]
 William Towsend resultó de gran utilidad al gobierno cardenista, como intermediario ante los círculos estadounidenses más reaccionarios.  También Moisés Sáenz, considerado uno de los más destacados educadores de México, experto en asuntos indígenas y hombre altamente estimado en los Estados Unidos. Viajará a ese país y dará explicaciones sobre el asunto de la expropiación petrolera en México.
En mi opinión, la política indigenista  se coordina con el proyecto estadounidense, éste busca incorporar a los indios  de todo el hemisferio americano a los estados nacionales, con propósitos económicos y políticos relacionados con la delicada coyuntura mundial.
 Lo anterior,  es  parte de un objetivo más amplio,  el diseñar estrategias de desarrollo en países subdesarrollados a través de un capitalismo regulado y benefactor. Esto con el fin de hacer frente a los efectos de la  Gran Depresión , al fascismo y a la amenaza que representaba para el sistema capitalista, en concreto para los Estados Unidos, la presencia de la Unión Soviética.
En 1933 Franklin D. Roosevelt toma posesión del poder ejecutivo estadounidense y elabora lo que se llamará “El Nuevo Trato”, un conjunto de estrategias que buscan solucionar los estragos que la crisis de 1929 dejo en la economía estadounidense, a través del restablecimiento del equilibrio entre la producción y el poder adquisitivo de la población, y estimular las inversiones, entre otras acciones.  Como parte de su política exterior, se firmaron tratados comerciales con todos los estados de América Latina, incluido México (Tratado Mexicano Americano de 1942)[14]
Se pretende que los estados nacionales promuevan el desarrollo industrial, a través del  fomento de obras públicas e infraestructura industrial, que  garanticen la estabilidad social y la unidad nacional.
Lázaro Cárdenas, adecúa  el proyecto nacional al proyecto estadounidense, aunque en apariencia, y en eso consiste su estrategia, parezca lo contrario, es decir que se opone, al constituirse ante los ojos de las clases populares, en el imaginario colectivo,  en el líder que desafía heroicamente al enemigo de la nación, el imperialismo.
La historiografía oficial se inclina a exaltar la actuación de Cárdenas en el asunto agrario y petrolero, sin embargo, las expropiaciones fueron determinadas por la correlación de fuerzas del momento histórico a nivel nacional e internacional. Este gobierno presenció un complejo juego de fuerzas en acción enmarcado en un contexto internacional crítico. Cárdenas expropió las compañías petroleras porque no tuvo otra alternativa.
El mismo embajador de los Estados Unidos de Norteamérica, Mr. Josephus  Daniels, informaba   a Roosevelt que Lázaro Cárdenas estaba efectuando su “New Deal” en México. Y que Cárdenas deseaba también una estrecha colaboración con los Estados Unidos para impedir que la América Latina se viera envuelta en la pugna mundial.[15] Daniels opinaba que la mejor política a seguir en México continuaba siendo la formulada por Woodrow Wilson: “apoyar una revolución para acabar con todas las revoluciones”.[16]
Daniels vio en el programa reformista del gobierno cardenista, incluida la expropiación, un medio de otorgar mayor poder de compra a las grandes mayorías y convertir a México en un vecino estable y buen cliente de los Estados Unidos. Una mejor distribución de la riqueza era la forma ideal de disminuir el atractivo de las doctrinas fascistas o comunistas que amenazaban a los sistemas democráticos occidentales.[17]
El gobierno de Lázaro Cárdenas perseguía el desarrollo capitalista del país, e impulsar y robustecer a la burguesía nacional y estadounidense, pero comprende con claridad que dicho proceso no podría darse al margen de las masas las cuales imponían su presencia. Las reformas llevadas a cabo por el cardenismo, sirvieron para canalizar los movimientos populares e integrarlos institucionalmente al control del estado, con lo cual éste incrementó su poder, tanto en el plano nacional como en el de las relaciones con el imperialismo.[18]
La política de masas desplegada magistralmente por Cárdenas, contribuyó a mediatizar a los trabajadores e incorporarlos al aparato corporativo de dominación que el estado construyó. A final de cuentas, la clase capitalista, al constituirse el estado en el protector e impulsor de   sus intereses, resultará favorecida. Las clases que se beneficiaron directamente del sistema político consolidado por el cardenismo, serían las élites empresariales nacionales y extranjeras.
En este contexto se estableció el Instituto Lingüístico de Verano en México.
La justificación oficial, de la presencia del citado ILV,  investigar las lenguas de las diferentes etnias e impulsar el proyecto de nación del cardenismo, a través de la integración de  las comunidades indígenas mediante  la alfabetización y la traducción de la Biblia a sus lenguas originales. Incorporar  a través del lenguaje y de la religión protestante un sistema de creencias y de valores en la psique del indígena con fines económicos, políticos e ideológicos.
Estos misioneros-investigadores se introducen en prácticamente todo el territorio nacional, gozan de privilegios y financiamiento por parte del estado y reciben el apoyo incondicional de instituciones universitarias  y de  hombres de negocios. Cuáles son los objetivos reales  de este  grupo de investigadores-misioneros estadounidenses en México?
 Ya hemos señalado, como Lázaro Cárdenas se asume como defensor del derecho indígena a la posesión de la tierra y a preservar su cultura, pero los propósitos del ILV se enfocan en realizar  lo contrario. Llevar a cabo proselitismo religioso (protestantismo) político (idealización del estado mexicano) ideológico (respeto a la propiedad privada de los recursos naturales, a través del mensaje del nuevo testamento)  y económico (la explotación de su fuerza de trabajo).
En conjunto, el objetivo real: trastocar los  sentimientos de unidad en los grupos comunitarios; evangelizar y a través del mensaje de Jesucristo garantizar el respeto a la propiedad privada de los recursos naturales; desmantelar la tradición en aras de la modernidad y el progreso por medio de la educación básica, al  transmitir ésta, valores al educando (combatir vicios y el robo)
 En síntesis, se busca  articular el proyecto de la clase capitalista dominante, a través de la ciencia (lingüística y antropología) utilizadas como herramientas al servicio del sistema capitalista.
La meta es el integrar al indio a la nación mexicana, vencer el analfabetismo, introducir valores morales a través del proselitismo religioso, pero en los hechos, las comunidades se dividen, se enfrentan y no alcanzan la justicia social que la revolución “hecha gobierno” prometió.
El citado ILV, ha sido acusado en diferentes países como agente del imperialismo estadounidense, sin embargo, tanto presidentes como intelectuales mexicanos  han considerado de gran valor sus contribuciones al conocimiento de las lenguas originarias, a la lingüística y a la antropología.
Es casual que establecieran su base de entrenamiento en una de las zonas más pobres y  a la vez ricas en recursos naturales como es la Selva Chiapaneca? La justificación, que se trataba  del sitio adecuado para  formar  investigadores, todos estadounidenses, en el conocimiento de las lenguas aborígenes.
Qué papel jugó esta organización en los conflictos que se han dado al interior de las comunidades indígenas? Cuando su propósito principal, en teoría, era la integración, la alfabetización y el progreso de los indios?
Grupos opositores al ILV mostraron pruebas en contra de éste. Las acusaciones surgen en especial de grupos de universitarios, de católicos y de las mismas comunidades indígenas de países, entre otros: Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Honduras, Panamá, Ecuador y México.
 Se les inculpa de adoctrinar a los indígenas, de explotar los recursos naturales, de tráfico de estupefacientes, de apropiarse de información en perjuicio del interés nacional  y de realizar una labor  misionera racista y pro imperialista.[19]
A través del nuevo testamento, libro de alto valor moral a juicio de los investigadores-misioneros, se hace aceptar a los indios su explotación por empresas trasnacionales norteamericanas.
En el caso mexicano, se señala el incondicional apoyo que los gobiernos  otorgan al instituto  mediante toda clase de concesiones y permisos como es la importación de medios de transporte, barcos, aviones, helicópteros, radioreceptores ,radioemisores ,libres de derechos aduanales.
 En contraste con sus opositores, presidentes, secretarios de estado e intelectuales mexicanos, avalan las contribuciones del organismo científico religioso en pro el mejoramiento de las condiciones económicas, sociales y espirituales de los indígenas de México. Esa es la opinión de Lázaro Cárdenas, de  Adolfo Ruiz Cortines y de  Manuel Gamio, entre otros.[20]
Colaboran con la Secretaría de Educación Pública, a través de la Dirección de Asuntos Indígenas, en el estudio de lenguas nativas y de las características culturales y biológicas de los diferentes grupos indígenas de México. 
Otro grupo de investigadores mexicanos fundamentan su crítica al ILV, mediante el análisis de las cartillas elaboradas por esta agrupación, y concluyen: se promueve: el individualismo; la competencia;” the american way of life”; la inviolabilidad de la propiedad privada; la mercantilización; la abnegación; y el sacrificio. Se propagan estilos de vida del mestizo y se promueve el consumo de productos de grandes empresas trasnacionales estadounidenses.
También se asevera que el instituto, más allá de objetivos académicos, hace labor de proselitismo religioso e ideológico y divide  a los grupos con tendencias de liberación nacional.
De acuerdo a esta fuente, eL ILV:
1.-Es una organización en expansión que tiende a cubrir todo el continente latinoamericano y coordinar sus movimientos en otras partes del mundo.
2.- El ILV sirve a los aparatos de estado con quienes ha firmado acuerdos de mutua protección; sirve a las compañías trasnacionales; colabora con el imperialismo en general y con los intereses reaccionarios locales en particular.
3.- La denuncia contra las actividades del mencionado organismo proviene de sectores muy diversos, tanto de indígenas y de organizaciones misioneras en competencia como de algunos miembros de los propios Estados, de los movimientos populares y de organizaciones políticas y académicas.[21]
Todas las denuncias coinciden en que la actividad de este organismo, vulnera a los intereses nacionales.

El ILV en México
 México fue el primer país en el que se puso en práctica la idea de llevar la palabra de Dios a los indígenas en sus lenguas originarias. Esta empresa mesiánica iniciada por “Uncle cam” fue posible gracias a la ayuda prestada por el gobierno cardenista. A través del antropólogo protestante, Moisés Sáenz, Townsend logró introducirse en las altas esferas oficiales hasta llegar al mismo presidente Lázaro Cárdenas, quien le otorgó su apoyo para que los primeros miembros del ILV se establezcieran en México en 1935 (aunque sin mediar aún convenio alguno).
 William Towsend ofreció al gobierno de Cárdenas un proyecto indigenista eficaz en la realización de la tarea esencial ya planteada por Manuel Gamio y Moisés Sáenz: la integración de los indígenas a la cultura mexicana. La castellanización se considera fundamental para el señalado propósito. Se estima que la esencia del ser mexicano consiste en hablar español.
Towsend, por su parte, aseguraba que los indígenas aprenderían más rápido el español a través de sus propias lenguas, e incluso, que éstas desaparecerían más pronto.
Desde su establecimiento en México, la WBT/ILV/JAARS[22] mantuvo estrechas relaciones con los antropólogos e  intelectuales que desempeñaban cargos gubernamentales. Este vínculo se afianzó después de la fundación, en 1948, del Instituto Nacional Indigenista. Ambos organismos unieron sus esfuerzos para combatir lo que consideraban los pilares del atraso de los indígenas: el alcoholismo, la  ignorancia y el monolingüismo.
La estrecha colaboración entre la institución misionera y el Estado  mexicano culminó con el sorprendente acuerdo, entre el ILV y la Secretaría de Educación Pública en 1951, durante el gobierno de Miguel Alemán Valdés. En este documento, firmado por Mariano Samaoya, Director General de Asuntos Indígenas, por instrucciones del titular de la SEP, Manuel Gual Vidal, y por Towsend, el gobierno mexicano autorizó al ILV, en cooperación con la SEP, a desarrollar investigación lingüística entre los grupos indígenas del país, así como la realización de un amplio programa que incluía interpretes, cartillas, traducciones capacitación lingüística, civismo, deporte y desterrar  los vicios. Por su parte, el Estado se comprometió a múltiples obligaciones.
La Secretaría de Educación Pública  gestionó ante las diversas dependencias del gobierno, todo tipo de  facilidades para las actividades de los misioneros. Los gobiernos posteriores siguieron brindando su apoyo a este organismo.
Los críticos del instituto resaltan, reiteradamente,  la estrecha colaboración  entre aquel y el Estado mexicano, desde que los misioneros llegaron al país.
 Para el año de 1978, los misioneros habían penetrado 106 poblaciones indígenas y contaban con un personal de 372 individuos, entre traductores y empleados. Además el campo de entrenamiento en la selva chiapaneca (Yaxoquintela), había entrenado anualmente aproximadamente a 125 traductores y personal  de apoyo que ofrecían sus servicios en las filiales del organismo religioso en el mundo.
Se asevera que  el gobierno mexicano a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la Secretaría de Educación Pública, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, de la Secretaría de Industria y Comercio, de la Dirección General de Aeronáutica Civil, dio al organismo religioso, los permisos y concesiones correspondientes.
En cuanto al financiamiento, se asegura que desde la época de Cárdenas, fue subsidiado por el Estado directa o indirectamente mediante:
1.- Exención del pago de derechos aduanales para la importación y exportación de equipos, mercancías, maquinarías, etc.
2.- Dispensa del pago de impuestos de extranjería
3.- Cesión de terrenos
4.- Salarios por impartir cursos en diversas instituciones nacionales.
Por otro lado, se confirma el respaldo ofrecido al mencionado instituto, por parte de antropólogos y científicos sociales desde su llegada a México, el cual se fortaleció con los años. Estableciéndose un sólido enlace  con importantes instituciones académicas nacionales.
Las acusaciones presentadas, por el Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, A.C. se resumen:
1.-La WBT/ILV/JAARS es una institución esencialmente misionera y político ideológica encubierta con supuestas tareas lingüísticas y de antropología aplicada.
2.- La penetración eficiente en centros de educación e investigación superior, por los efectos sobre la población indígena y sobre los movimientos de reivindicación  populares, el organismo en cuestión es considerado un instrumento que sirve al proyecto de control, regulación y penetración, espionaje y represión del imperialismo norteamericano.
3.- El ILV brinda apoyo de gran utilidad a la expansión del capitalismo en las áreas ricas en recursos naturales, coadyuvando en la tarea de abrir estas áreas al mercado y transformar a su población en una sumisa reserva de mano de obra barata.
4.- Los Estados nacionales dependientes y, en concreto el Estado mexicano, han prestado su apoyo a este organismo para la consecución de su proyecto indigenista y la eficaz tarea política encaminada a la domesticación de la población.
5.- La presencia del ILV en México no ha sido clandestina. Está respaldada, al igual que en el resto del mundo, por convenio firmado por el Estado mexicano. Este acuerdo es de tal naturaleza, que viola las normas jurídicas del propio Estado y el ejercicio efectivo de la soberanía nacional.
6.- Consideran que el ILV es uno de los múltiples organismos de penetración, manipulación y represión que operan en México al servicio del imperialismo y del Estado. Pero llama la atención el uso ideológico de la antropología en su más amplia acepción como instrumento dócil de control social.[23]

Consideraciones finales.

Los amplios privilegios de los que gozaba la citada institución por parte de los Estados nacionales en general, y en particular del Estado mexicano, nos revelan la existencia de acuerdos preestablecidos entre éstos y el gobierno estadounidense.
Un  asunto relevante es el atisbar cómo se elabora un ideal de nación, cuáles son los mecanismos a través de los cuales se implantan  una serie de elementos como son: la transmisión de sentimientos de pertenencia a un grupo a partir de la propagación de una historia común; de un sistema de creencias que cohesione a la colectividad; de una lengua nacional unificadora; de la construcción de símbolos que se introducen en la psique del grupo como reales; el fabricar un enemigo auténtico o ficticio  que,  a mi juicio, neutraliza las demandas reivindicadoras de las clases oprimidas en pro del proyecto de las clases privilegiadas. Con el diseño de este complejo artificio, me parece, se ocultan las contradicciones de clase.
También me parece importante el  destacar,  la dimensión que cobra para el grupo dominante, el uso de la ciencia a favor de sus intereses particulares.
En el caso que nos ocupa, los intelectuales nacionales,  muchos de ellos con cargos públicos, buscaron trasplantar el conocimiento lingüístico y antropológico, “occidental”, a tierras mexicanas como un instrumento de gran valor al servicio del estado nacional en particular y al proyecto capitalista mundial.
  Moisés Sáenz y Manuel Gamio consideraban que a través de la ideología protestante sería más eficaz la misión de incorporar al indio a la cultura mestiza. De ahí su interés por instalar en México al polémico organismo.
 El “nacionalismo revolucionario” que exhibe Lázaro Cárdenas, se constituye, sin lugar a dudas, en  una pieza clave en la conformación del sistema político mexicano actual. Personaje que logra convertirse en una figura emblemática de la nación mexicana y en el defensor de la soberanía nacional. E incluso consiguió capitalizar a su favor las  acusaciones de sus críticos, adversarios y ex colaboradores. Él mantuvo hasta el final de su vida (1970)  un papel relevante en la política nacional. Criticó las instituciones que él consolidó, y al mismo tiempo negoció con el grupo en el poder y abandonó el proyecto revolucionario, según  ex colaboradores. [24]
 Mientras que en el imaginario colectivo, aún se le considera,  “El emancipador de México” y “El Presidente de los indios”. William Towsend, en su obra biográfica sobre Cárdenas, enarbola la imagen del “mestizo tarasco” como el edificador de la grandeza nacional.[25]
Aunque en realidad, su actuación política en pro de la construcción de un estado nacional fuerte y corporativo, desactivó a los movimientos populares e impulsó el proyecto de la clase capitalista.
No es casual, que con la llegada , del candidato de Washington, Manuel Ávila Camacho a la presidencia (1940-1946) las demandas de los sectores populares perdieran notoriamente influencia dentro del discurso oficial y sobre todo, dentro de la lista real de prioridades del régimen. La razón: la necesidad de apoyar una rápida acumulación de capital a través de un tipo de industrialización basada en la política sustitutiva de importaciones, lo que llevo a que las políticas de gasto del gobierno dieran preferencia a las peticiones y necesidades del capital sobre el resto de los actores sociales.
 Para la historiografía oficial, el régimen cardenista favoreció un proyecto de desarrollo independiente con orientación popular y  con  algunas tendencias socializantes. Y que por primera vez en la historia del país, el gobierno mexicano tomaba medidas eficaces para rescatar la riqueza nacional de manos de los monopolios extranjeros.[26]  Desde esa perspectiva, las reformas cardenistas parecen obra de un gobierno todopoderoso, cuyo proyecto reformista “radical” se impone de arriba a abajo y despierta la adhesión popular.
 Mi lectura es al revés, se afianzó la dependencia económica de México, respecto a  la economía estadounidense, las organizaciones  populares, y con ellas sus demandas, se desactivaron o debilitaron mediante su eficiente política de masas.
Y si el multicitado ILV,  de acuerdo a las imputaciones de sus adversarios, recibió el apoyo del estado mexicano, iniciado por Cárdenas, violando preceptos constitucionales y  transgrediendo a la soberanía nacional. Observemos una de las contradicciones que lo anterior  exhibe;  Cómo explica dicha paradoja, un gobierno que se asume como defensor de los derechos nacionales y enemigo del imperialismo.   Si él mismo reformó  a finales del 1934 el artículo 3 constitucional, donde se establecía que: “la educación que imparta el Estado será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios…”
  Entonces para qué se delegó en una asociación extranjera, vinculada a la propaganda de un credo religioso, obligaciones de investigación científica y de educación relacionadas con la población campesina autóctona. Las cuales debían ser atendidas por la Secretaría de Educación Pública, el Departamento de Asuntos Indígenas,  el Instituto Nacional Indigenista y el  Instituto Nacional de Antropología e Historia.
 En realidad el “nacionalismo revolucionario “se confronta con el “Imperialismo”?. O se aplica la máxima  wilsoniana : “apoyar una “revolución” para acabar con todas las revoluciones”?
En suma, el ILV es un organismo al servicio del gobierno de los Estados Unidos, y una de sus tareas es el instaurar un dique a la expansión de las revoluciones socialistas en América Latina.
 Considero que el punto  de análisis, en este espacio, no es el proyecto expansionista  del gran capital financiero estadounidense, fijar nuestra atención en este asunto nos desviaría de otra cuestión más trascendental,  es decir, el identificar el papel desempeñado  por los gobiernos de estados nacionales, como emisarios entre los intereses de dicho capital y los intereses de la nación que dicen representar. Es esa la razón de la invención y la función histórica del “mestizo integrador”?










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[1] Charles A. Hale, El liberalismo mexicano en la época de Mora (1821-1853) Siglo XXI, México, 1984, p.24.
[2] Francisco Bulnes, Andrés molina Enríquez, Miguel  Othón  de Mendizábal,  Justo Sierra, Antonio Caso, Manuel Gamio, Moisés Sáenz.
[3] Integración, fusión, amalgamación, absorción, aculturación, asimilación, homogeneización, mexicanización, occidentalización, civilización.
[4] Luis Villoro, Los grandes momentos del indigenismo en México, Ed. De la Casa Chata, México, 1979, p. 182.
[5] Citado por Luis Villoro, Ibíd., p. 183
[6] Arturo Anguiano, El estado y la política obrera del cardenismo, Era, México,1984,  pp.46-47.
[7] Francisco Javier Guerrero, “Moisés Sáenz: El precursor olvidado, Nueva Antropología: n.1, 1975, pp-31-35.
[8] Ibíd., p.37.
[9] John Collier, Moisés Sáenz, benefactor del indio   (Boletín Indigenista) VI: 2, 1941.
[10] Declaración José Carlos María Mariátegui,  El Instituto lingüístico de Verano en México, Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales A.C. Ed. Nueva, México, 1979, 38 pp.
[11] Ibídem. 
[12] Lázaro Cárdenas, Presidente de la República. El Problema indígena de México, Departamento de Asuntos Indígenas, México, 1940, pp. 5-11.
[13] Williams Townsend Cameron, Lázaro Cárdenas. Demócrata Mexicano, Ed. Grijalbo, S.A., México, 1976.
[14] Durante el régimen de Lázaro Cárdenas se iniciaron las negociaciones entre México y los Estados Unidos para la firma de un tratado comercial-y con toda América Latina- dentro del esquema general de la política del “New Deal” dirigida a ampliar los mercados exteriores para sus productos. Las tensiones de la expropiación petrolera posponen las negociaciones hasta el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Blanca Torres, México en la Segunda Guerra Mundial, en Historia de la Revolución Mexicana 1940-1952, Col. Mex., Vol.19, México, 1979, pp.154.
[15] Lorenzo Meyer, México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero 1917-1942, Col.Mex.,México, 1981, p.378.
[16] Daniels fue Secretario de Marina durante el gobierno democráta de W.Wilson que ordenó la invasión del puerto de Veracruz en 1914. Franklin Roosevelt,  Subsecretario de Marina, compartió la misma responsabilidad con Daniels.
[17] Ibíd., p.374.
[18] Arturo Anguiano (Et.al.) Cárdenas y la izquierda mexicana, Juan Pablos Editor, México, 1984, p.32.
[19] Jesús Ángel Ochoa Zazueta, El Instituto Lingüístico de Verano A.C., Instituto Nacional de Antropología e Historia, Departamento de Antropología Social, México, 1975, p.6.
[20] Ibíd., pp.27, 51-52.
[21] Cfr. Declaración José María Mariátegui, op.cit., pp.27-28; Polémica en torno al Instituto Lingüístico de Verano (Cuadernos Prehispánicos); V.5; N.5, 1977, p.175.
[22] “Wycliffe Bible Translators”  y   la .JAARS “Jungle Aviation and Radio Service”.
[23]Declaración de José María Mariátegui, op.cit., pp.29-38.
[24] Véase  Miguel Ángel Echegaray y Francisco Montellano (Et.al) Lázaro Cárdenas. Iconografía, Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán, Turner, México, 2007; Francisco Estrada, Presidente legítimo. Las memorias de Miguel Henríquez Guzmán, México, 2009.
[25] William Towsend Cameron, op.cit., p.359.
[26] José Luis Ceceña, México en la órbita imperial. Las empresas trasnacionales, Ed. El caballito, México,1970, p.124

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