El Estado mexicano surge de una Revolución, y como tal, su creación, sentido y existencia se decidió en la interpretación de ese acontecimiento. Tanto el Estado y la nación mexicanos se instauraron concibiéndolos desde diferentes ideologías e intereses como el proyecto surgido de esa revolución. En este espacio registraremos la investigacion de esas diversas perspectivas ideológicas, culturales e imaginarias.

lunes, 7 de marzo de 2011

Cuento "filibusteros"

A continuación presentamos el cuento ganador del concurso de cuento "Inventar las revoluciones" de la Facultad de Filosofía y Letras, escrito por uno de los integrantes de nuestro seminario.

El cuento trata de expresar la concepción americana de la revolución, una concepción fundada en una particular mitología y forma de concebir el tiempo y el mundo, una racionalidad particularmente diferente que piensa la revolución en otros términos: el mito, la tradición, el sueño, la magia, el pasado; diferente al tiempo lineal del progreso y la racionalidad occidental. El autor cree profundamente en que es posible construir otro mundo donde quepan muchos mundos, y que para hacerlo, es necesario mirar  hacia esos otros mundos que ya han existido, los mundos de los pueblos originarios e indígenas.


 

FILIBUSTEROS
                                                                                                            Joel Jair Contreras García
“La batalla del lunes 20 de marzo de 1911 fue encarnizada. El Coronel Vega desplegó el total de sus hombres para recuperar, a como diera lugar, la ciudad de Mexicali tomada desde el 29 de enero. Si bien, la campaña fue considerada inicialmente como “menor”, por tratarse de un grupo de revoltosos, la situación se había tornado en realidad de importancia estratégica después de cincuenta días de combate y docenas de bajas del ejército. Desde Palacio Nacional el General Díaz y su hijo Porfirio dirigían las operaciones militares para controlar los diversos frentes de rebelión. Y el frente de Baja California se había convertido en una prioridad que exigió, para distinguirlo en los partes militares, la creación de la categoría militar de “filibustero”. Tal categoría hacía alusión al nutrido número de combatientes extranjeros, fundamentalmente estadounidenses, que participaban en la rebelión. Así que Mexicali fue invadida en 1911 por filibusteros que tarde o temprano tendrían que pagarlo.”

“Filibustero” ¡ora con la palabreja! Quién diría hoy “filibustero”, “fruslería” o “facineroso”. Pero así hablan los jueces y los policías, con palabras chistosas como de una caricatura vieja. Igual en El Pueblo hay gente que todavía las usa. Creo que a mi abuelo todavía le han de sonar, la próxima vez que lo vea le voy a soltar alguna, así como si nada. A ver qué me dice.

Estuvo tendido lo de Mexicali. Esos magonistas iban con todo y el gobierno lo sabía. Aunque también aparentaba al principio que no lo sabía. Como siempre, pase lo que pase, el gobierno siempre dice que todo va viento en vela, o mejor para el caso, a todo vapor del tren del orden y el progreso. Con la diferencia de idioma, apellidos y cantidades de riqueza los gobiernos son siempre lo mismo.  Les resulta mucho más fácil complacerse en el éxito y el dinero mientras los hay y confiar en la imagen que dan de sí mismos, que reconocer la realidad. Bueno, hasta que como decía ese poema: los caballos y los toros de la realidad/ no soportan más ser contenidos/ y destruyen todo en su estampida/ llevándose ese todo entre las patas.

Esta foto está bien buena, no la había visto. Enrique y Ricardo al centro con esa sencillez de todas sus fotografías y esa mirada dura de Ricardo, como si tuviera las pupilas dilatadas y la mirada encajada en otra parte. Librado Rivera a la derecha y a la izquierda Práxides Guerrero, el poeta anarquista y revolucionario desde los diecisiete cuando se va de la hacienda de su familia en Guanajuato para convertirse en obrero. ¿Qué hacemos la mayoría a los diecisiete? Yo chupar y viajarme con burradas, pero, ¿qué haría ahora Práxides a los diecisiete? También está el líder yaqui Fernando Palomares. Y en el fondo, todos esos obreros y campesinos ¿Qué pensarían? ¿Qué habrá vivido cada uno? ¿Alguno de ellos habrá sobrevivido a la Revolución y cómo? Se ve gente sencilla la mayoría y algunos quizá de varo pero todos juntos como una manda de lomos en espera de la estampida, en medio de resoplidos calientes y relinchidos.

Algunos tienen rasgos indígenas. Seguro eran indígenas oaxaqueños o yaquis. Siempre hubo muchos magonistas indígenas, por eso, el programa inicial del PLM tenía formas comunitarias indígenas. Los Magón entendían su mundo, Ricardo por ejemplo hablaba náhuatl. Hasta llegaron a pensar en sus formas comunitarias como un tipo de anarquismo que hacía posible que México se convirtiera en socialista. A pesar de que anarquistas extranjeros, sobre todo europeos, criticaban y negaban por eso al magonismo la categoría de anarquista ¡Pero bueno, como dice aquí, para el gobierno que los encarcelaba sí eran filibusteros! 

Este de la esquina debió ser un yaqui. Los mixtecos, mazatecos y nahuas son diferentes. Él tiene la cara más afilada y alargada, con formas de ángulos más agudos, y el cabello largo con el fleco corto que enmarca la cara, además de la casaca de lana y el pantalón corto de manta. Y aún con otras ropas lo reconocería, los cuerpos de los yaquis siempre se me han hecho como esculpidos por la sed del fuerte calor del norte. Tiene la piel bien quemada, se ve muy fuerte y agresivo.  Los rasgos de su cara están muy marcados como si fueran surcos o cicatrices y a pesar de eso, su mirada se ve muy tranquila, como si estuviera meditando o acabara de despertar. Me gustan las miradas de indígenas así, pero es raro verlas, la mayoría tienen una mirada como de hambre y dolor, como si fuera la mirada de unos ojos que nunca duermen.  ¿Cómo se llamaría? ¿Habrán tratado de reclutarlo al ejército como a tantos otros? ¿Lo habrán mandado a morir cultivando henequén en Yucatán y se habrá escapado? ¿O habrá crecido entre un grupo rebelde que por generaciones se mantuvo escondido en el desierto y las montañas? Por la manera en que toma el rifle se nota que es alguien acostumbrado desde siempre a usar armas. ¡Y como pensaba!:
“24.  Fotografía de la Junta del Partido Liberal Mexicano en 1906. De izquierda a derecha Práxides G. Guerrero, Enrique y Ricardo Flores Magón, Librado Rivera y Fernando Palomares. Al fondo grupo de combatientes nahuas y yaquis.”

“Los magonistas ya eran identificados como un grupo subversivo peligroso desde las publicaciones El Demócrata (1892-93), Regeneración (1900) y El Hijo del Ahuizote  (1903), por las cuales, para 1910 sus editores ya habían ido a prisión en cuatro ocasiones. Así mismo, fue notable la organización obrera en todo el país desde 1901. En realidad, la toma de Mexicali en 1911 fue la coronación de una serie de intentos insurreccionales que no habían prosperado pero los cuales el gobierno conservaba como precedentes y agravantes para los integrantes del PLM: Coahuila, Ayucan Veracruz, Camargo y Tamaulipas en 1906; Palomas y las Vacas en 1907; y en 1908, San Andrés Chihuahua. Por ello, para la campaña de Mexicali los revoltosos magonistas fueron designados, después de cincuenta días de combate, como los primeros filibusteros. Cargo militar y judicial que después se extendería en los partes militares a las demás fuerzas insurreccionales en pugna con el gobierno de Díaz.”

¡Co-ro-na-ción! Ni que fuera la Edad Media ¿Ya son las doce…? ¡Otra vez voy a llegar tarde a la clase!


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20 de Marzo de 2010
Había un hombre tirado en el suelo, gritaba muy fuerte que le dolían mucho las piernas. Había mucho movimiento y ruido de caballos, gritos y disparos. Sobre todo se escuchaban los caballos, relinchaban muy fuerte y algunos corrían ya sin jinete de un lado para otro. El hombre se encogía con las manos en la cara temiendo que lo pudieran aplastar en su carrera.

De pronto el ruido cesó. Alguien con mucha agilidad se acercó a levantar al hombre que se encontraba en el suelo desmayado y con muchos trabajos se lo hecho a la espalda como un costal. Mientras iba caminando, otra vez entre disparos, rumbo a un edificio donde se encontraban muchos hombres resguardados apuntando sus armas por todos los rincones donde era posible, decía al que llevaba cargando unas palabras que no pude entender, sonaban como de una lengua indígena. Cuando llegó al edificio que era como una escuela abandonada el otro despertó y empezó a gritar, otra vez, que le dolían mucho las piernas. Entonces vi la cara del que lo había llevado cargando, tenía una mirada muy tranquila  y viéndolo fijamente con ella, le dijo: “Sí, te chingaron. Pero va estar bien. Nomás es la pierna rota la otra se torció con el golpe. Hay cosas que duelen más, y en veces, parece que no tienen remedio pero lo tienen. Todo tiene un remedio.”   

El herido dejó de gritar y entre sollozos trató de hablar con el otro como para no pensar en el dolor. Le dijo que venía de Veracruz y le preguntó de dónde venía él y cómo se había juntado con ellos. El otro respondió que venía de Yucatán y que era un yaqui. El trote de muchos caballos se hacía cada vez más intenso, como si una cabalgata se aproximara a todo galope.
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“El vocablo ¨yaqui¨  con el que se designa al grupo étnico ubicado en territorios de Sonora (México) y Arizona (E.U.), originalmente se refiere al nombre del río en torno al cual se hicieron los primeros asentamientos de tal grupo: Sierra del Bacatete, Guásimas, Bahía de Lobos y el Valle del Yaqui. El término se compone de las partículas “hia”, que significa voz, grito o gritar, y “baqui”, que significa río: los del río que hablan. Entre ellos mismos se llaman “yoreme”, hombres o gente que han adquirido cordura, para distinguirse de los “yoris”, los no yaquis, los que no respetan ni la ley ni la tradición.”

Sí, el yaqui con el que soñé ayer es el de la fotografía. Si sólo viera su mirada lo reconocería. Sus ojos son como los de un animal: muy tranquilos y al mismo tiempo tan atentos a todo. Me da la sensación de haberlo conocido y de que él me reconoce al mirarme, porque es de esas fotografías en las que el fotografiado parece que te ve desde cualquier ángulo en que lo mires.

“La tribu yaqui se caracteriza en la historia nacional por un belicismo constante con objeto de recuperar su territorio sagrado perdido en la Conquista. Nunca pudieron ser derrotados ni por los españoles, ni por el gobierno de Díaz, ni por los distintos gobiernos en turno. Y fue hasta el cardenismo que se les regresa parte importante de las tierras circundantes del Río Yaqui, también conocidas durante mucho tiempo como el granero de México, las de la parte derecha del río para ellos y las de la izquierda para los yoris. Hoy la propiedad y el uso de las tierras de ambos lados del rio están en manos de terratenientes y grandes empresas agrícolas.”  

“Desde el primer encuentro con los españoles los yaquis les hacen sufrir la peor de sus derrotas venciendo a las huestes capitaneadas por Diego Martínez de Hurdaide, a quien hacen firmar un pacto de no agresión y respeto de la soberanía territorial yaqui. Y a partir de 1740 se desarrollan una serie de levantamientos en contra de la autoridad religiosa y colonial hasta que en 1887 se firma “La Paz de Ortiz” con el gobierno de Díaz, quien tras romperla da lugar a una de las batallas más sangrientas en la historia mexicana, la batalla de Masocoba (1900) en la que se asesina a gran parte de la población yaqui y el resto de sobrevivientes es enviado en calidad de esclavos a Yucatán, Quintana Roo, Campeche y al Valle Nacional en Oaxaca.”  
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24 de Marzo de 2010
Otra vez soñé con el yaqui aunque esta vez era más joven. Tendría más o menos como diecisiete y el cabello un poco más largo, le llegaría a los hombros. La cara era la  misma y también la tranquilidad de la mirada. Hablaba con otro yaqui ya muy viejo al que llamaba Papagrande y las personas que iban pasando Julián, quien cambiaba la piel de un tambor. Estaban en el atrio de una iglesia adornada con flores en su fachada. Claveles blancos y rojos hacían líneas de rombos que iban aumentando de tamaño en dirección a los cuatro puntos cardinales haciendo una cruz. Cada flor tenía los destellos del rocío que reflejaba la luz de las veladoras y como el perfume de todas las flores juntas.

Era la fiesta de un pueblo. Volaba la música, acompasada por los cuhetes, en el fresco de la noche. Y era como el fondo de la alegría hecha de las voces y la risa de la gente que caminaba en dos causes, uno que iba y otro que venía, en cada uno de los caminos hechos entre el calor de la comida, las luces y los muchos colores de mercancías maravillosas.

Cuando el viejo terminó de poner la nueva piel al tambor le dijo al joven yaqui: “Las cosas que fueron, que han sido, volverán a ser. El tiempo vuelve, está vivo como un animal hambriento que regresa sobre lo andado. Los yoris como nosotros son siempre los mismos. Las mismas ganas de quitárnoslo todo. Y la necesidad nuestra la misma. Antes venían de más lejos ahora vienen de más cercas pero buscan lo mismo. Nunca terminan de encontrar. Y nosotros muchas veces ya, hemos dejado de buscar lo que ha vuelto a ser nuestro.” Mientras hablaban, como un murmullo constante se escuchaba el trote de caballos, como si fuera el agua corriendo de un río.
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Todavía no me acostumbro a venir siempre aplastado, sobre todo, a las siete de la mañana y a las ocho de la noche cuando la gente va o regresa del trabajo y los vagones parecen de esos camiones que transportan el ganado al matadero. Y donde ya no cabe ni un solo animal más, tanto así, que unos animales van encima de otros y los tubos de la estructura de la caja del camión se encajan en sus costillas. ¿De las siete a las ocho cuántas horas son? ¡Órale con la jornada de trece horas! Si bien ya casi ningún trabajo es de ocho horas la mayoría de la gente, la que puede, tiene dos trabajos. Y por la cara que traen y como se van durmiendo en la mañana o en la noche se ve que están muy cansados. Sí, seguro sentimos algo de lo que sienten esos pobres animales, sobre todo, los que después de treinta o cuarenta años de la misma rutina han pasado buena parte de su vida aquí encerrados. ¡Se me pasó muy rápido toda la línea!

En ese documental que vi la otra vez decían que los animales producidos industrialmente están bajo tanta tensión, encierro y con tantos químicos hormonales que terminan agrediéndose unos a otros llegando al canibalismo. ¡Y si es cierto ese proverbio de que somos lo que pensamos y lo que comemos…!

Otra vez está aquí en las escaleras este don con su chavito. ¿Será su hijo o su nieto? No se puede distinguir, podría tener treinta o cincuenta años. Tiene la edad del trabajo y la pobreza de generaciones. La pobreza está en el cuerpo de los pobres como una marca así como el color, los cuerpos y hasta los nombres de la gente de varo son una distinción. El hambre y el trabajo son la verdadera biología del racismo, la práctica eugenésica.
Me gusta escuchar ese violín viejo del don. Es muy luminoso lo que toca y me hace sentir más la mañana. Es como si tocará la luz de la sierra y pintara con ella el espacio en que se escucha su música.

Todavía tengo dos horas antes de la clase. Voy a pasar a la biblioteca un rato.

“Filibustero: nombre que se daba a cierto tipo de piratas del mar de las Antillas en el siglo XVII, que de modo oportunista, sin siquiera alejarse de las costas, saqueaban localidades costeras vecinas. En el siglo XIX se denominó así a aventureros estadounidenses que incursionaron con fines colonizadores en territorios de América Latina como en Honduras en 1860 y el norte de México (Baja California y Sonora) en 1911. El término tiene el sentido de invasores.”

“La invasión de Mexicali en 1911 es recordada en la historia local y por sus habitantes como un motín menor llevado a cabo por filibusteros, bandidos extranjeros, sobre todo estadounidenses que tomaron el ayuntamiento y la cárcel de Mexicali en febrero de 1911, de ahí que incluso haya servido para afianzar un nacionalismo inexistente hasta ese momento.  Poco o nada se sabe de que en realidad quien tomó en aquel momento la ciudad fueron las fuerzas magonistas que se expandieron rápidamente por todo Baja California, que quedó bajo su control por alrededor de tres meses. Y desde donde, según el plan insurreccional, se extendería el levantamiento a todo el país.
¡Quiero soñar otra vez con el yaqui!
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28 de Marzo de 2010
El yaqui estaba acostado con una mujer a la que llamaba Magdalena. Estaban en un petate sobre el suelo y en medio de una oscuridad disipada por la luz de la noche que se filtraba como agua entre las maderas. La mujer descansaba su cabeza en el pecho de él mirándolo a los ojos mientras lo escuchaba. Él hablaba de cuando era niño, de cómo le gustaban las mañanas en que el sonido de las campanas de la iglesia atravesaba todo el pueblo nada más para llegar hasta su casa que era la última, de las tardes cuidando animales y las noches comiendo entre la luz de las velas y las risas de todos, tardes y noches que parecían nunca terminar. Y de cómo todo eso se terminó con la guerra. Cómo su padre y su abuelo se fueron a la sierra y ya no regresaron.

Dijo que después de la guerra a él y a los demás los mandaron en un barco separados a Yucatán, donde iba apilado con muchos otros en bodegas en completa oscuridad que nunca se abrieron hasta llegar. Decía, mientras sus pupilas eran divididas por el reflejo de las líneas de luz que filtraban las maderas: “El trabajo era más que duro. Chingaba a la gente. La gente se moría de tanto trabajar y de no comer. Yo me escapé con la gente de Palomares que era enviada a las plantaciones para ayudarnos a escapar. Después me uní con los del PLM por pura voluntad, ellos no nos pedían nada, pero ya no podía regresar, ni mi pueblo ni mi familia estaban ahí. Por lo menos para mí, mientras los yoris ocupen la tierra de mis abuelos y esté vivo, estoy en guerra contra ellos.”

Ella cerraba los ojos mientras escuchaba el corazón del yaqui. Afuera aumentaba el sonido de una carrera de caballos aproximándose.
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Ésta fuente nunca funciona ¿Alguna vez habrá funcionado?  Quizá cuando todas las fuentes de la ciudad lo hacían. Hay muchas por todas partes y todas están secas o borbotean siempre la misma agua verde. Habría sido absurdo que se hicieran más y más fuentes inservibles, pero como están las cosas, también posible. Sería agradable que el sonido del agua transparente decorará La Facultad y fuera la primera impresión que se tiene al entrar en ella, el fondo cuando se está leyendo en la biblioteca o cuando se platica en la explanada. Sería un buen espejo. Quizá lo haga cuando vuelvan a funcionar todas las fuentes de la ciudad.

“Tras una persecución y un juicio basados en los artículos de Regeneración y en los partes militares de oficiales del ejercito mexicano,  en los que se identifica a los integrantes de la Junta del Partido Liberal Mexicano como “filibusteros”, el gobierno de Estados Unidos sentencia a Ricardo Flores Magón y a Librado Rivera a 21 años de prisión en la penitenciaría de  Mac Neil Island por sabotear los esfuerzos bélicos de E.U. en la Primera Guerra Mundial y por ser sujetos peligrosos. Después de cuatro años purgados y en atención al deterioro en su salud se ofrece a Ricardo la libertad, quien se encontraba prácticamente ciego y con graves problemas a causa de la tuberculosis y la diabetes, libertad que de aceptarla significaba su retractación pública, a lo cual, él se negó por considerarlo vergonzoso.

La madrugada del 20 de noviembre de 1922, Ricardo Flores Magón se va quedando dormido en la oscuridad de su celda, entre el alivio y el descanso del sueño. Como Thoreau, el anarquista norteamericano de la desobediencia civil,  que deliraba en su lecho de muerte con la certeza de que algún día los indígenas recuperarían su tierra y su mundo, los labios de Ricardo Flores Magón musitaban la certeza de un mañana semejante mientras se iba quedando profundamente dormido para no despertar más.”
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2 de abril de 2010
No se podía distinguir  si el sol salía o se ponía, si amanecía o anochecía. De pronto todo se empezó a iluminar y el cielo pasó del negro delineado por la luz dorada del horizonte al rojo vaporoso resquebrajado por estrías violetas. Amanecía y con el día todo despertaba. En un campamento en medio de la oscuridad y la media luz, veía el bulto de un cuerpo envuelto en cobijas al lado de muchas camas improvisadas con papeles, telas y ropa. Mientras iba amaneciendo distinguí el rostro del yaqui. Sus párpados cerrados eran como dos hojas frescas de azar en su cara tranquila, brillaban como si fueran lo más joven de todo su cuerpo maltratado por el trabajo y la lucha. Poco a poco se iban distinguiendo muchos cuerpos cobijados de los pies a la cabeza y algunos con las caras descubiertas dejaban ver los rostros de hombres, niños y mujeres.

Cuando el cuerpo completo del sol ya había salido, como de las entrañas oscuras de la tierra, los cantos de los gallos empezaron a escucharse y musicalizaban la sensación del rocío de la mañana.  Así  pude ver claramente al yaqui quien tenía su cuerpo envuelto  en cobijas que lo hacían parecer el torso de un caballo, en el costado una mancha oscura crecía e intensificaba su color a medida que había más luz. Y entonces, me di cuenta de que el yaqui y los demás estaban muertos. Todo el tiempo escuché el ruido de disparos, gritos, relinchidos, y sobre todo, el trote de una gran cabalgata acercándose con el avance del amanecer.
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Una estampida de caballos desbocados corría en la oscuridad.  La mayoría eran negros y apenas se podían distinguir por los reflejos de la luz de las estrellas y la luna que delineaban sus cuerpos en movimiento. El fuerte sonido de sus trotes y relinchidos era lo único que se podía escuchar. El viento soplaba muy fuerte como si corriera con ellos.

Llovía cada vez más intensamente conforme los caballos corrían más rápido.  La estampida se veía completamente en medio de relámpagos cada vez más continuos que por un instante lo iluminaban todo como si fuera de día. Como entre parpadeos se veían las cabezas de los caballos agitando brillantes crines,  sus enormes cuerpos surcados por músculos y venas,  el agua escurriéndoles y levitando a los costados de su patas.  Pasaban muchos caballos y la estampida no terminaba, los caballos que pasaban se confundían en la oscuridad de la noche y los que estaban por venir se desprendían como sombras de la oscuridad. Era como si los caballos fueran trozos de la noche, como si los caballos fueran la noche misma.  

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